en los últimos 50 años, los medios de comunicación sieguen trabajando en distintos aspectos posibles para hablar del espinoso tema de las dictaduras latinoamericanas. por lo general, pero no exclusivamente, la violación de los derechos humanos es la investigación central en los debates de este fantasma.
aún hoy, estos restos siguen con el cuerpo caliente y presente en todos los países donde el gobierno militar ha utilizado la violencia y la opresión al imponer un modelo de gestión que coqueteaba con el autoritarismo y con la deshumanización.
en cierta medida, es con una mirada desplazada que el documental escape de gas (2015) reexamina este malestar experimentado en santiago de chile en los años de 1970. traer el tema a la superficie con otra perspectiva, valorando el recorte de las violaciones aplicadas al arte chilena por el gobierno de augusto pinochet, fue la elección casi psicoanalítica que el director bruno salas adoptó para la película, evaluando como la eliminación de un patrimonio cultural configuraba la otra cara totalitaria del régimen militar.
contexto
en 1972, la capital chilena sería sede de la unctad III (conferencia de las naciones unidas sobre comercio y desarrollo). para representar la visión socialista y el diseño moderno que estaba siendo implementado por su gobierno, el presidente salvador allende eligió la construcción de una gran obra arquitectónica – que posteriormente debería ser utilizada por toda la población santiaguina.
el espíritu colectivo fue convocado por el propio allende, y después de reunir arquitectos, obreros, ingenieros y artistas se inició el proyecto, en junio de 1971. el corto plazo para la conclusión exigía un esfuerzo de todos los involucrados, y el propio presidente visitó el edificio – ubicado en el corazón de la capital chilena – para pedir a los trabajadores amplia participación.
más de 30 artistas realizaron obras de arte con carácter funcional para el edificio, hoy ocupado por el gam (centro gabriela mistral). mezclando tecnologías innovadoras para la construcción, creatividad y dedicación de los obreros en tres turnos, el proyecto se completó en un tiempo récord de 275 días y se ha consolidado como referencia arquitectónica mundial.
había una visión lúdica de allende en este trabajo, y los 34 artistas que contribuyeron para el proyecto recibieron remuneraciones exactamente iguales a de los obreros, enfatizando el discurso igualitario de su gobierno.
después de la reunión diplomática, el edificio se ha convertido en un importante centro cultural para exposiciones y conciertos. había un enorme restaurante, con precios asequibles y facilidad de acceso a toda la población de la ciudad. irma cáceres, directora del centro cultural, entendía que la comida era el inició de todo proceso cultural y, por eso, el espacio debería ayudar en esto cambio.
desdoblamiento
poco después del golpe de estado, en septiembre de 1973, el palacio de la moneda, sede del poder ejecutivo, fue bombardeado. la junta militar decidió utilizar la mejor y más moderna infraestructura pública como nueva sede del gobierno, y el centro cultural perdió su propósito.
el edificio pasó a llamarse diego portales, y la insignia de espacio colectivo y de libertad se perdió – cambiando todo para una lógica de prisión y de reclusión.
pocas obras sobrevivieron al saqueo y destrucción causados por los militares. y es a partir de esta entrelinea que se ha iniciado la discusión propuesta por escapes de gas y el interés de bruno salas en llevar a cabo una investigación para rehacer la historia.
este mes, en una proyección de la película en la capital chilena, el director explicó que no tenía ganas de hablar del tema de los derechos humanos en su trabajo, pero esto se quedo latente una vez que la eliminación del patrimonio artístico también se configura como herramienta perniciosa utilizada por las dictaduras en todo el mundo.
la tesis del curso audiovisual que salas concluyó, el documental nació de una gran investigación que aborda la historia sentimental de la arquitectura y de las artes chilenas. según el director, la mayoría de las imágenes utilizadas tuvo que ser comprada de los canales de televisión chilenos, antes públicos y hoy privados, que exigieron un valor substancial por los archivos.
“hemos creado esta película con la calculadora, por eso pinochet aparece solamente diez segundos, ya que no queríamos gastar más de 500 lucas con él”, detalló.
los numerosos testimonios de arquitectos, obreros y artistas reunidos en el trabajo manifiestan la sensibilidad intangible que la destrucción de un patrimonio cultural y artístico puede causar.
así, escapes de gas es una terapia colectiva, que discute de manera persistente cuáles son las posibilidades de restaurar la libertad de expresión. visitando heridas subjetivas y poco exploradas por los medios de comunicación, el cine y toda la producción cultural, la película propone mirar al espejo y revisar el fantasma de los regímenes militares en formas sutiles – pero no menos fructíferas y relevantes.
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texto disponible en portugués en: obviousmag.