cuando encontré zé do caixão

en un miércoles soleado, en medio del tráfico de são paulo, josé mojica marins permanecía sentado en un bar al lado de su residencia, en barrio de santa cecilia, región central de la ciudad. hablaba con una señora, articulaba, alteraba la voz y bebía algo negro – que sospechamos no ser café.

era 2010 y en ese momento dos amigas y yo – daiana sousa y marcela alves – hacíamos una misión civilizadora común a los universitarios: producir un trabajo de conclusión de curso, el conocido tcc, para la facultad de periodismo.

llegamos temprano para la entrevista y, por eso, miramos a distancia el estereotipado alter ego de zé do caixão ser él mismo – mojica – un anciano que se acerca ahora de sus 80 años. unos minutos después, él anduvo por la cuadra, poco a poco, lo que evaluamos ser aquella caminada tradicional después del almuerzo, común para la digestión.

cuando regresó, por fin, nos presentamos. era alrededor de dos de la tarde y nos pareció que la charla no daría buenos frutos. solamente a las seis él se despidió, después de plagas, historias sobre muchas mujeres, política, películas de vampiros – que él aseguró odiar – y un poco acerca del miedo y de su gran carrera como director de cine, sujetos que de hecho necesitábamos para el trabajo.

actor y director de cine, mojica fue parte de los más diversos ámbitos de la rareza. fue candidato a diputado federal – haciendo campaña con el nombre zé do caixão – presentó algunos programas de horror en la televisión, hipnotizó el “rey” roberto carlos, prestó su personaje para nombrar un auto y una cachaza. además, hay una serie de otras cosas sin sentido que protagonizó.

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cartel de la segunda película de la trilogía

en ese tiempo, cuando comencé la investigación, yo también llevaba un a visión completamente equivocaba y de sentido común del muchacho. para mí, en aquella época, y para muchos aún hoy, el papel desarrollado por el cineasta era algo poco válido, ya que la popularidad de mojica se estableció a partir de otras percepciones que nada tenían que ver con el séptimo arte.

esto, quizás, fue lo que más aprendí y que me parece ser el verdadero propósito de la producción académica: rehacer la idea estereotipada de las cosas, ya que muchas veces se produce verdades poco relacionadas con la realidad. por desgracia, después me di cuenta que esto es algo incontrolable ya que los signos transmitidos en los complejos trámites de comunicación figuran como algo poco firme y preciso.

todo esto me hizo preguntar: a pesar de la popularidad del director, ¿quién de hecho conocía las películas de josé mojica marins? la respuesta generalizada es que son pocas las personas y, por lo tanto, si percibe que los significantes del personaje fantasioso que él carga son más populares que el propio director.

con respecto a su estilo en cine, hay claramente una especie de negativismo, que es atribuido, según la doctora en cine de terror laura cánepa, a la propia postura cómica que el director tomó en sus apariencias. para ella, este comportamiento convirtió zé do caixão en una especie de “folclore”.

lo que hay que se preguntarse, en el fondo, son cosas básicas como ¿cuantos cineastas brasileños realizaron más de 30 películas?

¿cuántos fueron capaces de producir largos metrajes sin ninguna plata del gobierno o de las grandes corporaciones, solamente con la venta de los derechos de autor de películas antiguas para seguir en la profesión y producir más?

¿cuántos cineastas, de hecho, necesitaban mantener sus familias con un trabajo como este, que es tal vez una de las artes más caras de lograr?

¿quién, en la historia del cine brasileño, creó personajes que dan cuenta de las costumbres de regiones rústicas del país y al mismo tiempo llevaban a la contradicción de tener una mirada nietzschiana del mundo?

pues bien, sólo mojica pudo hacerlo. aún así, estas cuestiones impregnan toda la carrera y toda la historia de este artista hijo de inmigrantes españoles que se crió en un cine de barrio en la comuna anastácio, zona oeste de são paulo.

a esto se suman muchas otras lecturas prejuiciosas: un cine brasileño, un cine de bajo presupuesto, un cine que cuestiona el molde religioso en un país cristiano en la década de 1960 (algo que permanece dogmático en la actualidad), un cine de terror, un cine prácticamente experimental hecho sin ningún tipo de apoyo de la gran prensa.

el documental uma descida ao inferno de zé do caixão es resultado de este proyecto. contiene entrevistas de andré barcinski, kiko goifman, carlos primati, laura cánepa, maria lucia homem y josé mojica marins y es parte del box de dvd coleção zé do caixão, de la productora focus filmes


todavía, es innegable que la marca de las películas de terror en brasil lleva el nombre de josé mojica marins y, paradójicamente, esta misma insignia contribuyó para una denegación de largos metrajes con este estilo.

llamado de sádico, loco, débil mental y otras groserías, el realizador consiguió, a su manera, crear una pseudo-tradición de actitudes malévolas en las pantallas con el mefistofélico zé do caixão. el país no tenía y aún hoy en día, más de 40 años después, no tiene tradición en el género.

mojica representa este lunático, que coquetea con el terror y el fantástico para inventar infiernos helados, cadáveres que hablan, purgatorios caníbales y otras tonterías que no son nada más que alucinaciones de sí mismo, en un mensaje constante de que usted es su propio demonio – o dios – y solamente percibe lo que quieres.

el hecho de que el lenguaje de marins lleva nombre de único merece, sí, ser reafirmado. es lo que dicen sus biógrafos, muchos cineastas e incluso el director estadounidense steven spielberg, que una vez dijo: “si este hombre hubiera nacido en el otro lado del continente americano, su historia sería diferente”.

josefelzanatas
el personaje josefel zanatas, el zé do caixão, en la primera película de la trilogía: à meia-noite levarei sua alma

el director y su personaje principal son figuras imperfectas por naturaleza, destructores de la narrativa oficial que, de manera contradictoria, están a veces al lado del supuesto mal, a veces al lado de el supuesto bien. mojica transfirió para su personaje la petulancia de un demonio tropicalista jamás visto en cualquier cine, sea este subversivo o de público general.

zé do caixão utiliza las garras, desmoraliza, maldice, mata y ríe en un espectáculo psicodélico de terror. ya mojica estropea con la cámara, transgrede haciendo una cosa tan costosa – el cine – con una técnica sencilla y atípica. en una venganza positiva, toda su fama de iletrado se combate con las filosofías del hombre libre y de la perpetuación a través de la sangre que zé do caixão habla, en una perfecta radiografía del ser perfecto que alucina con la baja burguesía con formas célebres e inesperadas.

la tortura, el latido y la mutilación promovidos en la pantalla se consolidan en la obsesión más íntima del creador: llevar el extraño mundo de zé do caixão para el mundo. aunque loca, la invitación es casi irresistible.

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revisión: camila armijo

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texto disponible en portugués en: obviousmag.

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