en 1984, la obra prima de george orwell, el escritor y periodista proclamó que «quién domina el pasado domina el futuro; y quién domina el presente domina el pasado».
es un poco con esta dinámica que la serie de televisión británica black mirror discute nuestro malestar contemporáneo y cuales son las posibles atrocidades que el futuro reserva a la humanidad. creado por charlie broker, el contenido habla de este híbrido constante establecido en nuestra relación con la tecnología y sus pérdidas y ganancias.
construyendo una distopía cargada de características contemporáneas, el director anuncia las contradicciones y los posibles síntomas entre el placer y el malestar de saber de todo en cualquier circunstancia y en cualquier tiempo.
ya en su primer capitulo – national anthem -, black mirror muestra este espejo negro en que todos miramos, pero en ninguna ocasión de hecho percibimos.
una princesa británica sufre un secuestro. para que siga con vida, la exigencia es que el primer ministro tenga relaciones sexuales con un cerdo en vivo, con transmisión en todas las redes de televisión del mundo. no hay plata, no hay poder ni ninguna otra cosa que podría revertir la situación.
el mandatario practica el acto en red mundial a partir de presiones de miembros de su partido, que argumentan ser esta la única manera de mantener su hegemonía y, así, se convierte en héroe.
como el «espectáculo» sería visto por todos, la princesa es puesta en libertad 30 minutos antes de la transmisión. todavía, esto no previene que el político tenga relaciones con el animal, una vez que todos están ocupados en la tele.
al interior de la estructura de la obra, tres grandes síntomas de la cultura actual son puestos a prueba: nuestra capacidad de aceptar el absurdo, el interese publico por la miseria del otro y, por último, la actitud extraordinaria que se puede tomar para perpetuar su posición de poder.
del aire al aire, como una red vacía, la metáfora propuesta por el creador de black mirror es de que no tenemos más sensibilidad y percepción para comprender los delirios colectivos.
si pudiera hacer lo mismo y tuviera absorción en el juicio público, sin dudas lo haría, participaría con alegría y pertenecería al universo colectivo.
como cuestionó charlie broker, «si la tecnología es una droga – y se siente como tal – entonces, ¿cuáles son los efectos secundarios?». claramente, la dilatación de nuestros ojos frente al mundo y sus dolores es el principal y primer gran efecto de este drama posmoderno – con todos ciegos en un solo abismo de este espejo negro.