mucho más que afeitarse

en el sentido contrario al contexto de las barberías que surgieron como tos ferina en muchas ciudades de nuestro occidente tipificado, la región central de la capital chilena guarda un breve resquicio de los barberos que ejecutan, aún hoy, su profesión con el mismo ritual que sus ancestros.

no hay fotos de mujeres desnudas, autos de 1960 y tampoco el vestigio del rock and roll pegado a las paredes. lo que se configura en el barrio yungay – donde esta ubicada la peluquería francesa, la más clásica alusión de las barberías de santiago – es, sin duda, un verdadero espectro del pasado.

establecida en 1868, la centenaria edificación carga la insignia de una de las costumbres que marcan la historia de la roma antigua y del siciliano ticinio menas, considerado uno de los primeros profesionales del sector.

en un pasado inmemorable, los actos de cortar el pelo y arreglar la barba eran parte de una ceremonia religiosa del clérigo romano. nombrados de tonsors, los primeros barberos tenían el mismo estatus de otros artesanos y constituían parte de la vida cotidiana de la población romana.

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se utilizaban cuchillas, generalmente hechas de bronce; espejos, pinzas, ungüentos y perfumes. en este tiempo, el gesto de un joven al afeitar su barba por la primer vez integraba esta memoria sociocultural de su familia y de su comunidad – señalando la inserción en la edad adulta.

más que una necesidad estética, el ritual de barbearse evoca credos, costumbres, protocolos sociales, conductas y memorias. por eso, en un contexto antropológico, el conocimiento y la difusión de este modelo convoca a la transmisión del aprendizaje adquirido por nuestros antepasados, lo que favorece la identidad y las prácticas de este patrimonio cultural inmaterial.

el museo de la perruqueria raffel pages, ubicado en barcelona, españa, registra parte de este contenido histórico que permanece venerado hasta hoy. más allá de la moda en todos los ámbitos, los cortes de pelo y el diseño de las barbas segmentaban el orden social y el nivel que cada individuo cargaba. y tal simbología es un poco del contenido que el museo rescata.

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entre las muchas influencias de francia en la cultural occidental, la moda del barbero se expandió definitivamente durante el reinado de luís XV – marcado por una extensa relación estética.

no es de extrañar que parís haya señalado el efecto comercial de estos profesionales. en 1767, la ciudad tenía 1200 peluqueros, favoreciendo directamente el desarrollo de la profesión en inglaterra y en rusia.

la peluquería francesa es, en cierta medida, la construcción simbólica de esta función en américa latina. en el contexto de los últimos años, donde las barberías ganaron colores posmodernos y alumbrados, barbearse puede ser también un acto de perpetuación y asimilación cultural.

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texto disponible en portugués en: obviousmag.

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